(Fábula)
Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca en un camino bastante transitado, obstaculizándolo de esa manera. Entonces se escondió para observar si alguien se detenía y trataba de remover ese obstáculo del camino.
Algunos adinerados comerciantes y varios cortesanos del rey que pasaron por allí, simplemente daban una vuelta alrededor de la roca y continuaban su ruta sin ni siquiera intentar removerla.
Muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para sacar la roca del camino.
Cierto día, pasaba un campesino que llevaba una carga de verduras; al aproximarse a la roca, puso su carga en el piso y trató de moverla hacia un lado del camino. Después de empujar y fatigarse bastante, lo logró.
Después, mientras recogía su carga de vegetales, notó que en el suelo había una cartera, justo donde había estado la roca. La cartera contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que quitara la roca del camino.
El campesino aprendió lo que los demás nunca entendieron, cada obstáculo que nos encontramos en el camino de la vida, brinda una oportunidad para mejorar la condición personal de cada uno y a la vez es un ejemplo que puede servir de provecho a otros.
Aplicación:
Cuando actuamos no solo por servir nuestros propios intereses, sino en beneficio de otros, tarde o temprano recibiremos la recompensa. Si no de los hombres, sí de nuestro Rey y Señor.
Sirvamos, ayudemos, colaboremos todo lo que podamos en beneficio de los que nos rodean. La recompensa mejor estará al final del camino.
«Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor
y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la
recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís»
Colosenses 3:23,24.