Adora y Confía
No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus decepciones, por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere tú, lo que Dios quiere. Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de Su providencia.
Poco importa que te consideres un fracasado si Dios te considera plenamente realizado a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios que te quiere para Sí y que llegará a ti, aunque no lo veas. Cuánto más decaído y triste te sientas, tanto más piensa que estás en sus manos, fuertemente cogido.
Vive feliz, vive en paz que nada te altere; que nada -ni la fatiga ni tus fallos-, sea capaz de quitarte la paz.
Haz que brote y conserva siempre sobre tu rostro una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor, continuamente, te dirige. Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada, todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Adora y confía en Dios, porque Él te tomará en sus brazos y te hará volar…, volar como un águila.
Si has perdido dinero, has perdido poco.
Si has perdido un amigo, has perdido mucho.
Pero si has perdido la fe en Dios, ¡lo has perdido todo!
«… pero una cosa hago, olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.»
Filipenses 3:13, 14.