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La cinta azul

Ana, una profesora de New York, decidió honrar a sus alumnos de secundaria, diciéndoles la importancia que cada uno tenía. Usando un procedimiento desarrollado por Helice Bridges, la profesora llamó uno a uno de sus estudiantes al frente de la clase. En primer lugar les dijo como cada estudiante había influido en ella y en la clase. Luego obsequió a cada uno de ellos una cinta azul impresa con letras doradas que decían:

«Lo que yo soy, es lo que importa».

Más tarde, esta maestra decidió llevar este proyecto a la comunidad, para ver qué clase de influencia tendría en ella. Dio a cada uno de sus estudiantes otras tres cintas, y les dijo que fueran e hicieran conocer a otros esta ceremonia de reconocimiento personal. Entonces tendrían que hacer un seguimiento de los resultados, ver quienes honraron a la clase la semana siguiente. Uno de los chicos de la clase fue a donde un joven ejecutivo de una compañía cercana, y le reconoció por haberle ayudado a planificar su carrera. Colocó una cinta azul en su camisa, y luego le dio otra de las cintas.

– Estamos haciendo en la clase un proyecto sobre reconocimiento -le dijo- y nos gustaría que usted busque a alguien quien admire para que le dé una de las cintas azules, y la otra para que esa persona haga lo mismo con alguien más, a fin de mantener esta ceremonia en marcha. Una vez hecho esto, por favor, infórmeme que sucedió.

Más tarde, ese mismo día, el joven ejecutivo fue a ver a su jefe, quien a propósito tenía fama de ser un individuo gruñón y de mal humor. Lo hizo sentar y le dijo que lo admiraba profundamente por ser un genio creativo. El jefe se sorprendió. El joven ejecutivo le preguntó si aceptaría la cinta azul como regalo, y le pidió permiso de colocársela en el pecho.

– Seguro, hazlo -le contestó su sorprendido jefe-.

El joven ejecutivo tomó la cinta azul y la colocó en el saco del jefe, sobre su corazón.

– ¿Me haría un favor?, le dijo mientras le daba la última cinta, quisiera tomar esta cinta extra, y darla como prueba de admiración a alguien más, el chico que me dio estas cintas está llevando acabo un proyecto de su escuela. Queremos mantener en marcha esta ceremonia de reconocimientos, y ver como afecta a las personas.

Esa noche el jefe llegó a su casa, se dirigió a su hijo de catorce años de edad y se sentó con él.

– Hoy me sucedió algo increíble, le dijo. Estaba en mi oficina cuando uno de los jóvenes ejecutivos entró, me dijo que me admiraba y me dio una cinta azul por ser un genio creativo.

Después la puso en mi saco, sobre mi corazón, esta cinta azul que dice «Lo que yo soy, es lo que importa». Me dio una cinta extra y me pidió que encontrara a alguien más a quien reconocer. Mientras manejaba a casa esta noche, empecé a pensar a quien honrar con esta cinta, y pensé en ti. Quiero darte este reconocimiento. Mis días son realmente agitados y cuando llego a casa no te presto mucha atención. A veces te grito por no sacar buenas notas en el colegio, y por tener tu dormitorio echo un desastre, pero esta noche quiero sentarme contigo aquí y hacerte saber que tú eres importante para mí. Tú y tu madre son las personas más importantes de mi vida. ¡Eres un gran chico y te quiero!

El sorprendido muchacho comenzó a sollozar, y no pudo contener las lágrimas. Todo su cuerpo se sacudió.

– Papá -le dijo llorando y mirándolo firmemente-, estaba planeando irme de casa mañana porque pensaba que tú no me querías. ¡Pero ya no me iré! Ahora sí entiendo cuanto me amas.