– El hombre asintió con un gesto.
– «Al no decidirte, unos años más tarde se le dio la idea a otro hombre que no permitió que el miedo al fracaso le impidiera ponerlo en practica. Recordarás que se convirtió en uno de los hombres más ricos del reino.»
«También recordarás -prosiguió el ángel-, aquella ocasión en que un terremoto asoló la ciudad, derrumbó muchos edificios y miles de personas quedaron atrapadas en ellos. En aquella ocasión tuviste oportunidad de ayudar a encontrar y rescatar a los supervivientes, pero no quisiste dejar tu hogar, solo por miedo a que los muchos saqueadores que habían te robasen tus pertenencias, así que ignoraste la petición de ayuda y te quedaste en casa.»
– El hombre asintió con vergüenza -. «Esa fue la gran oportunidad de salvarle la vida a cientos de personas, con lo que hubieras ganado respeto de todos ellos». – Continuó el ángel – «Por último, ¿recuerdas aquella hermosa mujer pelirroja, que te había atraído tanto?… la creías incomparable a cualquier otra y nunca conociste a nadie igual. Sin embargo, pensaste que tal mujer no se casaría con alguien como tú, y para evitar el rechazo nunca llegaste a proponérselo».
El hombre volvió a asentir, pero ahora las lágrimas rodaban por sus mejillas.
«Sí, amigo mío –dijo el ángel -, ella podría haber sido tu esposa .Y con ella se te hubiera otorgado la bendición de tener hermosos hijos y multiplicar la felicidad en tu vida».
A todos se nos ofrecen oportunidades, pero muy a menudo, como el hombre de la historia, las dejamos pasar por nuestros temores e inseguridades.
Pero tenemos una ventaja sobre el hombre del cuento… ¡Aún estamos vivos!