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Suele suceder que algunos seres de la creación, miran a su alrededor, y como no han logrado descubrir su misión, quieren llegar a ser como otros, no se aceptan a sí mismos como son.

Esto le sucedía a una piedra, que quería ser tierra, y por ello en uno de sus días de angustia, le dijo inconforme a Dios:

Señor, no entiendo como Tú, que todo lo has hecho perfecto, has permitido que seamos parte de tu creación; acaso, ¿somos aquello que de tu obra sobró?… Todos nos desprecian e ignoran, se quejan de nosotras porque no tenemos vida, estamos atravesadas en medio del camino, hacemos que otros tropiecen y caigan; hay quienes nos utilizan para castigar, herir, romper, golpear; se dice de nosotras que somos el símbolo del odio y desamor; por ello expresan que existen corazones de piedras, que no logran sentir o brindar amor. Sólo tienen mejor suerte aquellas que por su linda apariencia, son llamadas piedras preciosas porque tienen para los seres humanos mucho valor. ¿No hubiera sido mejor que en vez de piedras fuéramos tierra, que se deja moldear, y permite que sobre ella se graben huellas que otros puedan pisar y continuar? Ya estamos cansadas de escuchar maldiciones y que nos culpen de las caídas y tropiezos de aquellos que se encuentran con nosotras en su caminar.

Dios la contempló lleno de ternura, en sus manos con amor la tomó, mirándola fijamente le dijo:

Hija mía, ustedes son también parte importante de mi creación, ¿por qué intentas ver todo con otros ojos y no logras descubrir tu misión?

Las piedras sirven para construir, uniendo muchas de ellas se logra hacer una fuerte edificación, por ello alguna vez, le dije al apóstol Pedro: «De ahora en adelante serás piedra y sobre ti edificaré mi Iglesia».

Algunas se convierten en apoyo de quienes se aferran a ellas para descansar. Las piedras son el instrumento que utilizo para que los hombres y mujeres, escuchen a veces mi voz, y tomen el verdadero camino, por ello cuando tropiezan con una de ustedes, aunque quizás les cause dolor, saben que por ahí no era el paso correcto, que deben buscar otra ruta mejor. Los caminos fáciles no llevan a ninguna parte, a veces es necesario experimentar un tropiezo, para así aprender a caer y levantarse, sin perder la esperanza ni quitar la mirada del cielo.

Las piedras ayudan a fortalecer a la humanidad, al ser tan pesadas y atravesadas, logran que mis hijos se hagan fuertes por querer moverlas o apartarlas.

Superar las piedras del camino, hacen que los hombres y mujeres adquieran madurez y sabiduría.

Con las piedras preciosas sucede igual que con muchos de mis seres, que se dejan llevar solo por las apariencias y no logran ver o descubrir lo que realmente tiene valor. Muchas de ellas inspiran más que admiración, ambición, y causan un sin números de problemas, disturbios y corrupción.

No se sientan culpables si hay quienes las utilizan para herir, destruir o golpear… así suele suceder con tantas cosas que he creado, y que por amor, a mis hijos e hijas les he dado; pero que la humanidad no ha sabido utilizar ni valorar.

Con ustedes también se demuestra la grandeza del amor, porque así como el agua gotita a gotita logra desmoronar la más grande y pesada piedra; el amor, detalle a detalle, con paciencia y dedicación, puede ablandar y conquistar el más duro e insensible corazón.

Las piedras son herramientas, las utilizó el hombre en sus orígenes, y a partir de ellas el mundo inició su progreso; también las utiliza el artista, que con el cincel golpea, para lograr construir aquella obra que su sentir expresó.

Las piedras no son enemigas, son amigas que intentan enseñar, fortalecer y mostrar el camino mejor; hacen humildes al corazón vanidoso y orgulloso que un camino fácil eligió; logran que aterrice aquel que de su realidad se olvidó. Las piedras son Maestras de la vida, instrumentos que sirven para despertar, fortificar, modelar y hacer madurar al corazón.

¿Ya entiendes hija mía, porque siempre he dicho que todo aquello que hay en mi creación, tiene un fin específico y contiene en su interior un toque de mi perfección?

Recuerda esa gran verdad que uno de mis hijos escribió: «Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos».

No te quejes de las piedras del camino, reflexiona en lo que te quieren mostrar y enseñar; quizás solo se atraviesan para que hagas un pare en tu caminar, retomes nuevas fuerzas y logres mucho más lejos llegar… el dolor no deforma, sino que transforma, es necesario caer para aprendernos a levantar, tropezar para poder ir con más seguridad, dando pasos cortos con pisadas firmes que dejen huellas que otros quieran seguir y continuar.

Autora: Kary Rojas.