«Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» Hebreos 11:1
En un pueblito de zona rural en los años 50, se produjo una larga sequía que amenazaba con dejar en la ruina a todos sus habitantes, debido a que subsistían con el fruto del trabajo del campo. A pesar de que la mayoría de sus habitantes eran creyentes, ante la situación límite, marcharon a ver al pastor de la iglesia y le dijeron:
– «Pastor, si Dios es tan poderoso, pidámosle que envíe la lluvia necesaria para revertir esta angustiante situación.»
– «Está bien, le pediremos al Señor, pero deberá haber una condición indispensable.»
– «¡Díganos cuál es!», respondieron todos.
– «Hay que pedírselo con fe, con mucha fe», contestó el pastor.
– «¡Así lo haremos, y también vendremos a los cultos de la iglesia todos los días!»
Los campesinos comenzaron a ir al templo todos los días, pero las semanas transcurrían y la esperada lluvia no se hacía presente. Un día, fueron todos a enfrentar al pastor y reclamarle: – «Pastor, usted nos dijo que si le pedíamos con fe a Dios que enviara las lluvias, El iba a acceder a nuestras peticiones. Pero ya van varias semanas y no obtenemos respuesta alguna.»
– «¿Han ustedes pedido con fe verdadera?», les preguntó el pastor.
– «¡Sí, por supuesto!», respondieron al unísono.
– «Entonces, si dicen haber pedido con Fe Verdadera… ¿por qué durante todos estos días ni uno solo de ustedes ha traído el paraguas?»
Pongamos nuestra fe en obra.